Miedos de novato en autocaravana: pitidos, luces y vibraciones, en medio de la noche.

Porque las cosas que tengan que ocurrir, ocurrirán de noche, cuando estés en el séptimo sueño. Se acaba el GLP y el frigorífico pide ayuda en silencio, con sus lucecitas. Se te descarga la batería de litio (dios sabe por qué, aun estamos haciendo pruebas y buscando el consumo culpable) y el inversor se pone a pitar. Tras una hora de circular con tu nueva autocaravana de segunda mano, algo pita, y resulta que es la radio, que no lleva bien eso de que la silencies porque no pilla más que reguetón. O ni siquiera tiene que ocurrir dentro de la auto, los chavales del parque cercano tienen encendida su música ruido lowfi, y parece que algo está vibrando dentro de la auto y que requiere nuestra atención.

Cosas de novatos: Hay que tener las bombonas de gas abiertas y revisar de vez en cuando las ruedecillas de consumo (no tenemos duocontrol, somos pobres). Hay que evitar utilizar luces que no sean LED (nota mental: cambiar la luz de fuera). E ir acostumbrándose a la nueva casa…

Primeros días de los gatos en la autocaravana.

Nuestros gatos tienen 13 años y han pasado toda su vida en un piso, así que nos preocupaba que no se acostumbraran a vivir en la auto. Después de establecernos nosotros, un par de semanas después llevamos sus cosas y les trasladamos a ellos. De repente, sin ensayos, sin kétchup. Llevamos algunas de sus cosas favoritas, pero al principio ellos solo querían encontrar un agujero donde meterse y no salir más.

Les dejamos a su aire un rato, y luego les enseñamos dónde estaba su comida y su arena. Nuestra casa anterior era muy silenciosa, así que todos los ruidos les sorprendían: pajarillos, los golpes de cerrar puertas… Intentamos dejar la auto en un parque tranquilo, infructuosamente, porque la primera noche estuvimos cerca de un botellón de los ruidosos. A lo dos días teníamos que movernos cerca de mi curro, y que se moviera el vehículo tampoco les gustó demasiado: se metían bajo las mantas hasta que su nuevo mundo se tranquilizara.

A las dos semanas ya se han acostumbrado y parecen tranquilos, ronronean, juegan…

Salir al exterior les costó un poco al principio, pero ahora les encanta. Cuando aparcamos en un parque o en el campo, se lanzan a la calle sin mirar si tenemos un volcán ardiendo debajo. Son bichos de naturaleza.