Y al trisquel le salió otra pata.

En Bretaña hemos visto trisqueles y armiños heráldicos por todos los lados. El trisquel es un motivo que se utiliza desde la edad de bronce, en culturas de toda Europa, y tiene varias representaciones similares. Una de ellas se compone de tres espirales unidas, con rotación simétrica:

Imagen de un trisquel.

Ahora que hemos llegado al país vasco-francés, se ve un símbolo parecido, pero con una pata más, el cuatrisquel, lauburu en vasco.

Después de estar en la parte occidental de Francia, donde todo es plano y hay tantas marismas, los valles pirenaicos impresionan. En el macizo de la Armórica había desniveles, pero aquello no alcanza gran altura, unos 400 metros según la Wikipedia.

La arquitectura ya es vasca. Mi «incontournable» (imprescindible) de esta zona es Espelette, un pueblito de casas encaladas de blanco, con tejados a dos aguas, y entramados y postigos de madera, pintados de un rojo brillante. Los pueblos franceses mantienen un color uniforme en casi todos los edificios; después pasaremos a Zugarramurdi, donde las casas tienen el mismo estilo, pero los colores difieren y dejan la piedra más a la vista.

En Espelette son productores de un tipo de pimiento picante que trajeron de México hace siglos, y en las fachadas de las casas cuelgan pimientos rojos, como hacían tradicionalmente para secarlos. Hay muchos comercios, la mayor parte de los cuales vende pimientos para condimentar, o productos elaborados con el mismo: chocolate, queso… Hace años lo probé con chocolate y, está rico, pero tampoco me pareció muy especial. Lindt produce un chocolate con pimiento rojo, por si os entra la curiosidad.

Espelette me gustó más que Ainhoa, porque está bastante peatonalizado: hay menos ruido de vehículos y más espacio para caminar. Y tiene más ambiente, terrazas llenas de franceses silenciosos, comercios… Ainhoa tiene una calle principal donde pasan coches sin cesar.

Pero Ainhoa tiene una ruta preciosa, hacia la ermita de Aranzazu, muy frecuentada por familias, corredores y ciclistas valientes. Se van viendo los valles de un verde brillante, salpicados de pueblos blancos, al fondo el tren de la Rhune, y más allá el mar de San Juan de Luz, de un azul intenso. Junto a la ermita también hay un cementerio con estelas vascas.

El paseo estaba lleno de franceses, y casi ningún español, pese a que está a 2.6 km de la frontera con España. A cambio, Zugarramurdi estaba llenísimo de españoles, y también algunos franceses. La carretera es de montaña, así que no es mala, pero es complicada. Especulábamos si a la gente le da reparo cruzar fronteras, pero San Juan de Luz, en mayo estaba lleno de españoles.

Las iglesias vascas son diferentes de las castellanas, por sus galerías de madera, y de las francesas, porque tienen retablos, que hace tanto tiempo que no vemos. Quedan lejos las iglesias neogóticas francesas, con sus increíbles vidrieras. Son iglesias modernas, muchas del siglo XIX, pero eso no las hace menos interesantes. ¿Qué preferimos los turistas, monumentos antiguos o bonitos?

y pasamos la muga.

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Nuestra semana más ecológica.

Cuando llegamos a Normandía empezaron a bajar las temperaturas, y al tener la caldera estropeada, comenzamos a bajar hacia España. Pero el mundo se puso del revés, y si en España estaba lloviendo a mares, con una DANA incluida, a nosotros nos llegó una ola de calor, así que cambiamos levemente el rumbo y nos hemos refugiado en la costa, donde el mar suaviza las temperaturas. Estamos en algún sitio del parque natural de la Brière, donde solo vienen franceses blancos.

Si España es un país de fuentes de agua gratuitas -al menos en la parte occidental- en Francia los baños públicos parecen ser un derecho constitucional. Como en EEUU, hay un montón, y aquí son gratuitos, muy limpios, casi siempre con papel higiénico y a veces hasta con música. Como estamos en un parque natural, lo que hay es un baño seco con compostaje. Es un baño normal con la diferencia de que no hay cadena para soltar agua; cuando acabas, accionas cinco veces un pedal que mueve una cinta transportadora con los residuos. Esa cinta está en un nivel inferior que no se ve, y no huele mal. Estaba tan limpio que di por supuesto que alguien venía a limpiarlo, pero yo madrugo bastante, y nunca vi un servicio de limpieza.
Total, que si el váter nos suele durar tres o cuatro días, llevamos una semana y parece estar un tercio lleno.

Y para el asunto de la calefacción, hemos comprado una ducha solar, que es increíblemente eficaz. No es la cosa más cómoda del mundo, pero hace el apaño y en verano el agua sale muy caliente. No creo que sirva para otoño.

En este viaje por Bretaña ha sido esencial conocer las mareas. Pasar por el paso de Gois, ver Saint Michel como una isla, el mascaret, y en esta zona la diferencia es que haya playa o no. En marea baja hay playas que se transforman en una gran extensión de fango y en otras puedes caminar cien metros mar adentro y te sigue cubriendo por la rodilla.

Las playas no son muy buenas: hay limo, rocas, están llenas de conchas y el agua tiene masas inmensas de vegetación. Tampoco hay tiendas ni chiringuitos playeros, ni nada cerca. Lo que hay es tranquilidad y para mí, que toda la vida he vivido lejos de la costa, ya es un espectáculo pasear por los alcantilados de roca amarilla, entre las flores moradas del brezo, y descubrir una misma vista con marea alta y baja. Cuando las aguas bajan, lo que antes era un islote, ahora se podría llegar a pie, la bahía se llena de explotaciones de ostras que antes quedaban sumergidas, los barcos anfibios salen a recolectar y aparecen los mariscadores, que, cubito en mano, parecen caminar sobre las aguas.

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Turismo de riesgo.

Resulta que nos caducó la tarjeta sanitaria europea, y según al colectivo al que pertenezcas, no puedes renovarla por internet, sino que hay que conseguir una cita con la Seguridad Social.

Las citas telefónicas en Euskadi, Rioja, Burgos, Palencia, y demás sitios cercanos son imposibles, aunque supongo que se podría conseguir estando a las 12 de la noche y refrescando continuamente la pantalla de citas. O a las 4 de la mañana, o cuando quiera que esté programado comenzar la gestión de citas cada día.

Salvo en Valladolid, allí me dieron cita para dentro de dos horas. Y a la par de descubrir esto, también averiguamos que la tarjeta sanitaria europea no se puede renovar, pero el certificado provisional sustitutorio, sí. Tiene su propia opción independiente de la TSE.

La alternativa en caso de que no hubiéramos podido conseguir el CPS era un seguro privado español, uno francés era complicado. O valorar el riesgo: ¿cuántas veces va uno al médico?, ¿me quita el sueño esta situación?.

Qué mal se vive sin sanidad pública. No me dais envidia, useños.

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