Huelva y los cabezos.

En Huelva se disfruta de un clima muy agradable. Cuando le comento a los compañeros de juego que hace calor y estamos tomando helados, lo flipan. Los onubenses viéndonos en manga corta, también.

Estamos aparcados en el Paseo de la Ría, que tiene cierto aire a paseo marítimo. Huelva no tiene mar, es el río Odiel, que junto con el Tinto, rodea la ciudad. Visto en el mapa, recuerda a la isla de Manhattan.

El paseo es un lugar espléndido, de esos de donde no te quieres ir. Jardines de hierba verde brillante, perfectamente cuidados, banquitos y pérgolas blancas, agua de un azul intenso. Salpicadas por ahí hay algunas construcciones que resultan ser baños, chiringuitos y tejados elevados, todos muy blancos y muy limpios. La autoridad portuaria sabe mantener sus instalaciones. Una calle más allá, a los pies del estadio, el asunto de la limpieza cambia un poco, pero no está demasiado sucio y nos toleran, así que no me quejo.

El día de ayer fue de pateo: Recorrimos el puerto, y algunos parques grandes y bonitos, como el de Zafra, o el parquecito del Muelle de las Canoas. Es enero, quizá más adelante todo esto sea un secarral, pero ahora es perfecto para comer en la calle.


El parque Moret es un parque inmenso en medio de la ciudad, con cabezos (montañitas), unas vistas geniales a las inmensas marismas del Odiel y a los barrios de la ciudad, una laguna, y zona de merenderos con barbacoas (¡sin mata chispas!), donde había algunos onubenses merendando o celebrando cumpleaños. También hay algunos vestigios arqueológicos, que no sé si se pueden visitar, y en general es un lugar agradable para pasear. Con mi escaso conocimiento de jardinería creo que se acerca más a ser un jardín inglés que uno francés. La vegetación está algo asilvestrada, pero los caminos están bien marcados. Tiene algún elemento de jardín barroco, algunas estructuras de celosía cubiertas de vegetación trepadora, que hoy no invitan a caminarlas por dentro, pero que en primavera estarán llenas de vida y en verano darán una sombra más que necesaria.

Viajar en invierno tiene sus desventajas. Este enero, Huelva está en obras. Los miradores del cabezo del Conquero están levantados, parece que con los fondos FEDER van a hacer un parque donde ahora hay una campa de margaritas en la que se hace botellón (¿ese es el fín de los fondos FEDER?). El centro también tiene calles y plazas levantados, quizá están quitando esos adoquines que parecen medievales y que son el terror de patinetes, tacones, andadores y demás.

Obras y la casita de un nomo, ¡también en obras!

Huelva quizá sea la ciudad más antigua de España y Europa occidental, pero el terremoto de Lisboa y otros seísmos y desastres les han obligado a reconstuir los edificios, varias veces incluso. El casco histórico no es un conjunto de calles estrechas e intrincadas, como en Cáceres o Haro, son edificios modernos. Por otro lado, se ven algunos accesos en muy mal estado. La calle que sube al parque Moret esta frecuentada por paseantes y coches, pero es un camino de tierra lleno de polvo. La propia nacional para llegar aquí tiene muchos baches. Diferencias norte – sur…

Salvo los cabezos qué tienen algo más de pendiente -y tengo peor recuerdo de Cáceres y Mérida- la ciudad no tiene demasiada inclinación, al menos las zonas que he visto del barrio de la Universidad y el entorno de la Avenida de Andalucía. Para bicis no está muy preparada, se ven más patinetes. Hay carriles bici, pero no itinerarios completos, y de todas maneras, quizá la mayor parte del año hace demasiado calor para circular el bici. De Too Good To Go hay algo, poca cosa pero algo es algo.

El Instituto de la Rábida -las rábidas son fortalezas militares y religiosas musulmanas- es la institución educativa más preeminente de la provincia, algo similar al Instituto López de Mendoza en Burgos. El edificio está construido principalmente de ladrillo, y es del siglo XX. Me entretengo un rato buscando elementos neomudéjares, neoclásicos… El neogótico no lo encuentro, supongo que estará por dentro. Estos edificios me resultan divertidos, es como una sopa de letras, pero en lugar de buscar palabras, puedes buscar estilos arquitectónicos, y se aprecia más el edificio.

Pernoctar en el Paseo de la Ría es un placer. Tenemos unas vistas preciosas y todo lo que podamos necesitar de servicios, salvo puntos de recarga eléctricos, pero hay mucho sol. Así que se ven muchos vehículos vivienda, que van, vienen, y a veces me quedo un rato contemplando el paisaje sin más, y haciendo vanspotting.

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