Hoy he empezado el día con un paseo por el bosque. Anoche llovió bastante y el paseo ha sido un placer: la hierba limpia, el olor a tierra húmeda, las gotitas brillando sobre las flores…
¿Era un lugar solitario? No. San Juan de Ortega está en el Camino de Santiago, y había un goteo cada vez mayor de peregrinos, hasta que llegó una horda de ellos. Incluso había una discreta tienda de campaña, de alguien vivaqueando. Si a mí me despertó la lluvia por la noche, no sé qué tal lo pasaría el de la tienda.
El pueblo tiene apenas cuatro casas, los peregrinos son muchos más. Se oían muchas risas, tenían muy buen humor para lo duro que debe ser caminar el campo castellano. Los peregrinos del Camino de Santiago conforman una pequeña comunidad abstraída del resto del mundo. Las prioridades de esas personas se limitan a lo básico: caminar hasta llegar al destino, ducharse, comer, preparar la siguiente jornada, y dormir.
Exagero, también quedan ratitos para coleguear en los albergues o hacer un poquito de turisteo. Pero después de tres semanas de vida sencilla, cuando ya te has acostumbrado a las nuevas rutinas, y finalizas tu Camino, se produce un pequeño vacío interior, te alegras de haber llegado hasta donde quiera que hayas llegado, pero se hace raro volver.
Yo hablo de mi experiencia, pero cada cual tiene la suya. Recuerdo coincidir con un grupito de señoras que caminaban muy rápido y que se dedicaban a ir de bar en bar. Si yo hice una cartilla de sellos, ellas llevaban tres, en una parroquia llegaron a decirles que el Camino no se trata de visitar TODOS los bares que encuentras.
Otro chaval apenas podía mover las piernas, y se desplazaba impulsándose con dos muletas. Él mismo llevaba su mochila y conseguía hacer las etapas. Un ejemplo de superación extrema y ánimos para todos.
El Camino tiene mucho de animarse unos a otros, como se ve en las fotos. Siempre se encuentran cartelitos y escritos animando (¡hay incluso una app de radio, Radio Camino!), y siendo como es -para muchos- una experiencia dura, se agradece, es eficaz. Animar siempre es eficaz, ojalá nos animáramos más unos a otros todos los días.
En definitiva, a algunos les mueve la religión, a otros el turisteo y los bares, a otros la curiosidad y para otros acaba siendo algo espiritual. Recuerdo al chaval de Villasur de Herreros, decía que salió casi con lo puesto y que el Camino le cuidaba, y le daba lo que necesitaba. Hay compañerismo en muchos albergues, al menos en el Camino francés.
Volviendo a San Juan de Ortega, aunque no pudimos ver el efecto arquitectónico que se da durante los equinoccios, las iglesias me gustaron bastante. Aunque desde que tengo tiempo libre, yo me flipo mucho con cualquier cosa.
En esta visita aprendí algo sobre la Cruz de Caravaca, cruz patriarcal o arzobispal: El palo horizontal grande representa donde fue clavado el cuerpo de Jesús, y el palo pequeño donde colocaron la leyenda INRI.
En otro orden de cosas, yo necesitaba tener una tarde tranquila, así que hicimos noche y fuimos a ver las iglesias al día siguiente, aunque hubiera sido mejor hacerlo al revés, porque el poty (el W.C) estaba bastante lleno. Al final se llenó, pero nadie se ha muerto por hacer un pis en la naturaleza.
Camino al área de Briviesca, recordábamos de otra vez que hay que tener cuidado con Google Maps, porque indica una calle muy estrechuca y con ramas bajas. Mejor seguir las señales del Ayuntamiento, que podar los árboles con los paneles solares.
Briviesca, a 49 km de Burgos y otros 49 km de Haro.