En el cañón del río Lobos.

Hoy vamos a recorrer un trozo del cañón del Río Lobos, desde Ucero, en Soria. La ruta es fácil, pero está muy encharcada.

En esta zona están muy nazis con la pernocta. Hoy hemos dormido en un aparcamiento en el que quizá está prohibido estacionar de 0 a 6 de la mañana, pero hemos confiado en la fuerza –y en que la ubicación de la señal no está clara–. Yo me temía que pasaran los forestales a las 3 de la mañanaa, pero han pasado a las 9:15 y nos hemos despertado sin multa.

El paisaje ya empieza a ser precioso: riscos altísimos, buitres acechando domingueros flojos…

Día de  bricolaje y pintura.

Una de las reparaciones que hago de vez en cuando en casa (en la autocaravana) es rehacer agujeros de tornillos que se han hecho demasiado grandes. Es fácil: introduces un palillo de madera, de los de dientes, mides cuánto entra, lo cortas, lo impregnas en cola de madera, y lo vuelves a meter en el agujero. Se fuerza un poquito a golpes y se deja secar. Al rato ya se puede atornillar de nuevo. Hay vídeos de Youtube explicándolo  mejor y con un procedimiento más fino.

Otra avería más común es que los desagües no cuelan. No se pueden echar los típicos disolventes que se usan en un piso, porque las tuberías son más frágiles. En Youtube hay gente que usa vinagre con bicarbonato, pero eso nunca me ha funcionado. Me hacen gracia esos vídeos, porque lo emplean con desagües impolutos. Yo empleo el desatascador de toda la vida, cuidando de cerrar con la mano los desagües que tienen varias salidas conectadas, por ejemplo, mi placa de cocina tiene su propio desagüe, un detallito que no suelo usar, pero está bien pensado.

Y hablando de Youtube, me está sorprendiendo que hay un montón de pelis viejas. Ya que estamos en feudo de los Borja –eran duques de Gandía, Alejandro VI nació en Játiva– ayer me ví la producción de Antena 3 “Los Borgia”, de 2006. Está algo dramatizada, pero es bastante fiel a la historia.

Estamos de vuelta a Valencia, y lo de la pintura que mencionaba viene por el Museo de Bellas Artes, que es gratuito y estamos necesitando varios días para acabar de verlo. Podría pasarme un año entero visitándolo todos los días, y además tiene cerca el mejor Too good to go que he encontrado hasta ahora: el restaurante A mos redó, a euro el plato de cocina tradicional:

Jardines del real. La gente paseaba tranquila, otras holgazaneaban al sol, unas chicas practicaban saltos con el monopatín… Al lado de nosotros, unos franceses, que habían abandonado su comida y portátil sobre la mesa de picnic, jugaban, despreocupados, a las palas. Paz en medio de la gran ciudad.

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Gandía tiene mucho más que playa.

Aprovechando la subvención del gobierno para fomentar el transporte público, hemos comprado un abono de 10€ para el tren de cercanías de Valencia, con el que podemos realizar infinitos viajes, y visitar desde Castellón hasta el último pueblo antes de la frontera con Alicante. Y además nos devuelven el precio si hacemos más de 16 viajes. Hoy combinamos tren y bici:

(1) Aquí mi bolero clásica que tanta gracia les hace a los técnicos de bicis, por las cuerditas de colores.
(2) Límites de la provincia de Valencia, con su exclave, y hasta dónde puedes llegar con el cercanías, también a Castellón.

Hemos amanecido lloviendo y sin agua potable. Ayer nos dió perezote rellenar las botellas que usamos para beber, así que esta mañana temprano me he ido a buscar una fuente por ahí. Openstreetmap en combinación con la app «Maps.me» –que permite buscar elementos en el mapa– nos hace la vida más fácil.

Aprovecho el viaje de 45 minutos para leer un poco más sobre los Borja, conocidos como Borgia en Italia. Con biografías así, el tiempo pasa volando. Nunca tuvieron muchas voces a su favor, pero seguramente tampoco era cierto todo lo que se contaba. Las paparruchas, las fake news no son un invento actual.

Gandía tiene casi 76.000 habitantes. Tienen el tren soterrado en la estación del centro, lo que es comodísimo para turistear, y algunas calles peatonalizadas sin bordillos, totalmente accesibles. La accesibilidad es eso que tenemos en España y que no se aprecia hasta que te rompes una rodilla, pero que luego das gracias al cielo porque exista un rebaje.

En la ciudad abundan las motos, y también han intentado apostar por el carril bici, que a ratos está muy bien, y a ratos está construido a la burgalesa: acaba abruptamente sin conectar con nada, giros de 90 grados… El que lo diseñó, no considera la bici un medio de transporte.

Encontramos el centro engalanado para la Semana Santa. Llovizna a ratos, pero la temperatura es buena, perfecto para pasear.

La oficina de información está justo al lado de la estación de tren, y también hay paneles informativos sobre los monumentos en la calle. Algunos incorporan fotos antiguas de los lugares, con lo que se puede ver la evolución de la ciudad, lo que me parece muy interesante. Los carteles sobre los episodios puntuales de la guerra civil o posguerra, que vemos por toda Valencia, me parecen algo excesivos, ¿por qué darle tanta importancia a ese periodo?.

La insigne Colegiata de Gandía.

Es de estilo gótico valenciano, y llaman mi atención los ojos de buey construidos con alabastro traslúcido. En esta zona hemos descubierto que existe piedra semitransparente, «piedra luz», que era más barata que el cristal. A simple vista puede parecer una vidriera normal.

El templo se amplió cuando resultó insuficiente. En la parte más nueva construyeron arcos helicoidales, como en la Lonja de la seda. En los capiteles de las columnas hay figuras: un pelotari valenciano, dragones…

Fotos hechas con mi teleobjetivo casero.

El ábside de una iglesia es la parte de la cabecera que acoge la mesa del altar. Este ábside tiene algo que no me cuadra. En la audioguía solo dicen que se perdió la decoración en el siglo XX, pero parece que está muy reconstruido y con poca gracia: una bóveda de cemento sin decorar, parte de ladrillo, y otra parte de bloques de hormigón o piedra completamente diferente del resto de la bóveda. En las reconstrucciones actuales en España, se supone que la parte reconstruida debe diferenciarse perfectamente de lo que es original, pero en este caso queda feo. Hubiera preferido algo más sencillo, que pegara con el resto de la nave, una aportación del siglo XX de la que sentirnos orgullosos en el futuro.

En la foto no se aprecia tanto, pero ese ábside resulta raro.

Un ejemplo de reconstrucción que me gusta más es este alfiz -el marco que rodea al arco-, donde queda patente que es contemporáneo. Las estatuas están en demasiado buen estado para estar a la intemperie.

Tanto la audioguía, como los carteles del exterior del edificio, ocultan activamente que la colegiata tiene parte de construcción del siglo XX. En mi opinión, eso no le resta valor al edificio.

En el interior de la Colegiata, la audioguía menciona varias veces la torre, pero nosotros no la encontrábamos por ningún sitio. Los edificios muchas veces tienen restos de épocas pasadas: en los muros hay arcos o puertas tapiados, un comienzo de un arco que ya no está, y me resulta divertido especular qué hubo ahí. El caso es que nos relatan historias de la torre y por más’que buscamos no vemos ninguna señal de que exista. Más tarde preguntamos a la recepcionista y nos cuenta que es una torre extenta, está fuera del edificio.

Me gusta mirar los carteles y publicaciones de las iglesias. En los últimos cincuenta años, en España, la iglesia católica ha perdido mucha devoción, creo que por no estar en sintonía con el mundo real, y por meter la religión con calzador y no como respuesta a cuestiones vitales. Eso ha cambiado, ejemplo práctico:

En conclusión, es un templo más sencillo que otros que se pueden visitar en la zona, pero creo que la visita merece la pena, al menos con la entrada conjunta de 10€, que sirve para visitar la colegiata y el palacio ducal, en ambos con audioguía gratis incluida.

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El Lance: días tranquilos, de planificación y mantenimiento.

Hemos estado unos días tranquilos en la playa. El Lance tiene 14 habitantes censados, y parece que en invierno quienes dan vida a la localidad son los extranjeros.

Aprovechamos a mirar el problema que tenemos con el frigorífico, que no enfría, aunque le hicimos mantenimiento en octubre. Vivir en autocaravana requiere aprender cosas, a hacer labores sencillas de carpintería, desmontar los faros del vehículo (¿sabían que hay bombillas con dos filamentos?) y aprender cómo funciona la instalación de gas del frigorífico trivalente. En este caso, lo que nos interesa es que se quema gas para calentar amoniaco y mediante una reacción química, generar frío.

Intimidades de frigorífico.

En la pedanía de el Lance no hay mucho que hacer, más allá de disfrutar de atardeceres gloriosos, de esos en los que se incendia el cielo, y pasear por el paisaje árido, las ramblas, ríos secos, y el mar de plástico. Esta rambla inmensa, que necesita un puente de cinco ojos para atravesarla, con azud incluido y totalmente seca, me recordaba -radiación aparte- a un paisaje del Fallout 3. Aunque en el videojuego no encontrabas montones de comida pudriéndose. Luego que hay hambre.

Esta costa está llena de torres vigía y baluartes para defenderse de piratas, desde la época nazarí hasta los tiempos de Carlos III (en torno a 1750). Algunos se utilizaron en la guerra civil, o por la guardia civil hasta épocas muy recientes. Los hay en buen estado y que se intentan poner en valor.

Torre de Baños.
Torre de Baños.

A nuestro gatete superviviente no le gusta mucho el mar, creo que le desconcierta el rumor que produce. Al fondo, se puede ver Castell de Ferro, un pueblo laberíntico y agradable, que transporta a otro continente cuando te cruzas a alguien llevando un tajine.

Gatete en la costa, al fondo, Castell de Ferro.

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El Lance: asentamiento nómada en la playa.

Asentamiento nómada es una contradicción en sí: son lugares con algún atractivo (playa, clima, electricidad gratis) donde casi siempre hay gente en sus vehículos vivienda, algunos pasando unos días y otros viviendo durante semanas. No me atraen mucho porque suelen estar alejados de todo y no tienen mucho que hacer, además, creo que los grandes -como el de Punta Umbría- estarán realmente sucios, porque la gente tirará las aguas grises a la arena y hará sus cosas (WC) de cualquier manera.

El asentamiento de el Lance (Granada) está al lado de la playa. Cuando llegamos no había mucha gente, unos suecos que hacían snorkel, neerlandeses, franceses, un par de caravanas… De alguna manera era como si fuéramos unos extranjeros más, aunque el ambiente entre autocaravanistas casi siempre es muy afable.

El fin de semana ya vinieron unos cuantas familias de españoles. Se nos nota, allá por donde vamos, música, charla hasta tarde…

¿Y qué ventajas tienen estos asentamientos ilegales? Sobre todo, vivir al pie del mar, y que se tolera que saquemos mesas y sillas. En la costa granadina hace un clima increíble -para nosotros, porque los granadinos se abrigan un montón- así que es muy agradable poder comer en la calle y tomar el sol a la puerta de casa. Es peculiar, si vas con un automóvil al campo y sacas mesas y sillas, o si eres un pescador y con tus cañas y cosas ocupas varios metros cuadrados, nadie te dice nada, pero si viajas en un vehículo vivienda, sacar al exterior cualquier cosa se considera acampar, y no está permitido.

Las playas son de grava, imposible pisar si no llevas chanclas. El Mediterráneo está tranquilo aquí, y el agua muy clara, así que cuando te bañas puedes ver a los pulpos aproximándose por el fondo. Por cierto, no les gustan las fotos.

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¿Qué haremos en 2024?

Después de estar tres semanas en una casa sin ruedines, con todas las comodidades, ¿no se hace difícil volver a una casa que a veces está inclinada, y en la que tienes que rellenar el agua cada cuatro días?

Cada situación tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Ayer atravesávamos el puerto de Somosierra nevado y ahora estamos en Consuegra, Toledo, donde hace bastante más calor que en la meseta norte.

Puerto de Somosierra, al norte de Madrid. Se acerca el invierno…

Consuegra, desde mi ventana.

Este año tenemos pensado, a grandes rasgos, viajar hacia el sur, a Motril, huyendo del invierno y de la masa de aire polar que se avecina. Después, ir a Valencia por Fallas, e intentar llegar a Estrasburgo el día de Europa, el 9 de mayo. Atravesar Alemania, y llegar a Bad Ischl en Austria, que es la Capital Europea de la Cultura en 2024. A partir de ahí, visitar el sur y oeste de Alemania, quizá aprovechar a visitar el Oktoberfest, del 21 de septiembre al 6 de octubre de 2024, y volver a Vitoria en octubre, para una boda. Desde ahí, bajar a Andalucía o Marruecos, y pasar el invierno de 2025 al calor. Este año nos perderemos las jornadas europeas del Patrimonio en Francia, el 21 y 22 de septiembre.

Este no era el plan original, pero a raíz de ver el concierto de Año Nuevo, donde aparecía Bad Ischl, nos pareció una buena idea visitarlo. Una ventaja de la vida itinerante.

De camino al sur de Portugal.

¡Hemos acabado en Portugal! Teníamos intención de recorrer Galicia, pero el tiempo tan nublado y lluvioso nos estaba deprimiendo, así que empezamos a marchar hacia el sur.

De hecho, hemos tenido nuestra primera crisis de energía. Estuvimos un mes, más o menos, bajando de 13.2 V, que indica que la batería está totalmente cargada, hasta 12V, y a partir de ese punto el voltaje empezó a despeñarse por momentos. Cómo decían mis compañeros de juego, es una decisión dura, si echar una partida más o mantener el frigorífico encendido.

¿Cómo cargamos la batería de la autocaravana? Vamos a un área gratuita -si no hubiera, iríamos a un camping- y recargamos la batería conectándonos a un enchufe normal. Calculamos la carga mediante los voltajes porque nuestra batería no tiene un indicador de carga, como podáis tener en vuestro móvil. Se podía comprar, pero optamos por lo básico.

Galicia se queda pendiente de visitar, en otro otoño menos lluvioso, u otra época. Me ha ilusionado volver a visitar una nación celta, con sus tejados de pizarra y sus símbolos tradicionales:

Esta es la rosa de los vientos de la Torre de Hércules, en A Coruña. Está el armiño heráldico de Bretaña, Cornualles, el dragón de Gales, el trisquel con piernas de la isla de Man, el cardo escocés, el trébol irlandés, la vieira gallega, y una calavera bajo el epígrafe -escrito al revés- de Tartessos, el cual me descoloca mucho. Imagen obtenida de esta web.

Este otoño también ha sido muy social. En Silleda -un pueblo con feria de ganado, poco turístico- asistimos a una concentración de informáticos (una LAN-party) y volvimos a reunirnos amigos de las partys del norte, después de muchos años. En A Coruña, ciudad donde estuvimos muy a gusto, conocimos a una pareja de argentinos reamables con quien compartimos unas charlas muy interesantes de nuestros respectivos países. Nos han invitado a su casa allá, ¡Sergio y señora, confío en volver a vernos! Aquí, allá o en Hungría.
También conocimos a una pareja de madrileños, caravanistas desde hace más de 30 años, con los que charlamos largamente. ¡Nos veremos en el Carnaval de Cádiz algún año! Estaba yo reticente a ir a Sevilla, ya lo veo más seguro.
Y no me olvido de Eltxé, uno de mis compañeros de juego con quien estuvimos muy poquito tiempo, pero realmente interesante, sobre todo para recordar el mundo real (¡te debo un desayuno!). Gracias a todos vosotros por dedicarme vuestro tiempo, porque en esta vida nómada el contacto con personas de cierta confianza no es habitual, y el tiempo es algo que no vuelve, hay que cuidar en quién y en qué se invierte.

¡Buena semana!

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Y al trisquel le salió otra pata.

En Bretaña hemos visto trisqueles y armiños heráldicos por todos los lados. El trisquel es un motivo que se utiliza desde la edad de bronce, en culturas de toda Europa, y tiene varias representaciones similares. Una de ellas se compone de tres espirales unidas, con rotación simétrica:

Imagen de un trisquel.

Ahora que hemos llegado al país vasco-francés, se ve un símbolo parecido, pero con una pata más, el cuatrisquel, lauburu en vasco.

Después de estar en la parte occidental de Francia, donde todo es plano y hay tantas marismas, los valles pirenaicos impresionan. En el macizo de la Armórica había desniveles, pero aquello no alcanza gran altura, unos 400 metros según la Wikipedia.

La arquitectura ya es vasca. Mi «incontournable» (imprescindible) de esta zona es Espelette, un pueblito de casas encaladas de blanco, con tejados a dos aguas, y entramados y postigos de madera, pintados de un rojo brillante. Los pueblos franceses mantienen un color uniforme en casi todos los edificios; después pasaremos a Zugarramurdi, donde las casas tienen el mismo estilo, pero los colores difieren y dejan la piedra más a la vista.

En Espelette son productores de un tipo de pimiento picante que trajeron de México hace siglos, y en las fachadas de las casas cuelgan pimientos rojos, como hacían tradicionalmente para secarlos. Hay muchos comercios, la mayor parte de los cuales vende pimientos para condimentar, o productos elaborados con el mismo: chocolate, queso… Hace años lo probé con chocolate y, está rico, pero tampoco me pareció muy especial. Lindt produce un chocolate con pimiento rojo, por si os entra la curiosidad.

Espelette me gustó más que Ainhoa, porque está bastante peatonalizado: hay menos ruido de vehículos y más espacio para caminar. Y tiene más ambiente, terrazas llenas de franceses silenciosos, comercios… Ainhoa tiene una calle principal donde pasan coches sin cesar.

Pero Ainhoa tiene una ruta preciosa, hacia la ermita de Aranzazu, muy frecuentada por familias, corredores y ciclistas valientes. Se van viendo los valles de un verde brillante, salpicados de pueblos blancos, al fondo el tren de la Rhune, y más allá el mar de San Juan de Luz, de un azul intenso. Junto a la ermita también hay un cementerio con estelas vascas.

El paseo estaba lleno de franceses, y casi ningún español, pese a que está a 2.6 km de la frontera con España. A cambio, Zugarramurdi estaba llenísimo de españoles, y también algunos franceses. La carretera es de montaña, así que no es mala, pero es complicada. Especulábamos si a la gente le da reparo cruzar fronteras, pero San Juan de Luz, en mayo estaba lleno de españoles.

Las iglesias vascas son diferentes de las castellanas, por sus galerías de madera, y de las francesas, porque tienen retablos, que hace tanto tiempo que no vemos. Quedan lejos las iglesias neogóticas francesas, con sus increíbles vidrieras. Son iglesias modernas, muchas del siglo XIX, pero eso no las hace menos interesantes. ¿Qué preferimos los turistas, monumentos antiguos o bonitos?

y pasamos la muga.

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Nuestra semana más ecológica.

Cuando llegamos a Normandía empezaron a bajar las temperaturas, y al tener la caldera estropeada, comenzamos a bajar hacia España. Pero el mundo se puso del revés, y si en España estaba lloviendo a mares, con una DANA incluida, a nosotros nos llegó una ola de calor, así que cambiamos levemente el rumbo y nos hemos refugiado en la costa, donde el mar suaviza las temperaturas. Estamos en algún sitio del parque natural de la Brière, donde solo vienen franceses blancos.

Si España es un país de fuentes de agua gratuitas -al menos en la parte occidental- en Francia los baños públicos parecen ser un derecho constitucional. Como en EEUU, hay un montón, y aquí son gratuitos, muy limpios, casi siempre con papel higiénico y a veces hasta con música. Como estamos en un parque natural, lo que hay es un baño seco con compostaje. Es un baño normal con la diferencia de que no hay cadena para soltar agua; cuando acabas, accionas cinco veces un pedal que mueve una cinta transportadora con los residuos. Esa cinta está en un nivel inferior que no se ve, y no huele mal. Estaba tan limpio que di por supuesto que alguien venía a limpiarlo, pero yo madrugo bastante, y nunca vi un servicio de limpieza.
Total, que si el váter nos suele durar tres o cuatro días, llevamos una semana y parece estar un tercio lleno.

Y para el asunto de la calefacción, hemos comprado una ducha solar, que es increíblemente eficaz. No es la cosa más cómoda del mundo, pero hace el apaño y en verano el agua sale muy caliente. No creo que sirva para otoño.

En este viaje por Bretaña ha sido esencial conocer las mareas. Pasar por el paso de Gois, ver Saint Michel como una isla, el mascaret, y en esta zona la diferencia es que haya playa o no. En marea baja hay playas que se transforman en una gran extensión de fango y en otras puedes caminar cien metros mar adentro y te sigue cubriendo por la rodilla.

Las playas no son muy buenas: hay limo, rocas, están llenas de conchas y el agua tiene masas inmensas de vegetación. Tampoco hay tiendas ni chiringuitos playeros, ni nada cerca. Lo que hay es tranquilidad y para mí, que toda la vida he vivido lejos de la costa, ya es un espectáculo pasear por los alcantilados de roca amarilla, entre las flores moradas del brezo, y descubrir una misma vista con marea alta y baja. Cuando las aguas bajan, lo que antes era un islote, ahora se podría llegar a pie, la bahía se llena de explotaciones de ostras que antes quedaban sumergidas, los barcos anfibios salen a recolectar y aparecen los mariscadores, que, cubito en mano, parecen caminar sobre las aguas.

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Turismo de riesgo.

Resulta que nos caducó la tarjeta sanitaria europea, y según al colectivo al que pertenezcas, no puedes renovarla por internet, sino que hay que conseguir una cita con la Seguridad Social.

Las citas telefónicas en Euskadi, Rioja, Burgos, Palencia, y demás sitios cercanos son imposibles, aunque supongo que se podría conseguir estando a las 12 de la noche y refrescando continuamente la pantalla de citas. O a las 4 de la mañana, o cuando quiera que esté programado comenzar la gestión de citas cada día.

Salvo en Valladolid, allí me dieron cita para dentro de dos horas. Y a la par de descubrir esto, también averiguamos que la tarjeta sanitaria europea no se puede renovar, pero el certificado provisional sustitutorio, sí. Tiene su propia opción independiente de la TSE.

La alternativa en caso de que no hubiéramos podido conseguir el CPS era un seguro privado español, uno francés era complicado. O valorar el riesgo: ¿cuántas veces va uno al médico?, ¿me quita el sueño esta situación?.

Qué mal se vive sin sanidad pública. No me dais envidia, useños.

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